Desempleada desconcertada

domingo, 20 de junio de 2010

 


Bien, estoy desconcencertada, o para precisar más el término: desempleada-desconcertada.

Me quedé de pronto sin un trabajo que hacía bien y con dedicado empeño de sobrellevar la monotonía encerrada en una caja de zapatos. No me corrieron por no servir, sino por azares truculentos de políticas e instituciones que un día cualquiera dejaron a más de treinta sin chamba de un día para otro.

Y me sentía bien. Por fin sentía que hacía algo en el mundo. Tal vez pasó para que no me acomodara en la tranquilidad de tener un trabajo de 8 horas y un cheque de quincena, y de verdad me pusiera a hacer algo por el mundo.

Pero el mundo me desconcierta más: Le pierdo la fé cada dos días.

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Me retracto, sigo creyendo en el mundo, sólo que el humano huele muy mal a veces. Estoy cansada del plástico, de la comida chatarra, de las mentiras, de la tele, de los políticos y las campañas, sobre todas las cosas de las campañas, de mi cabello enredado, de las risas falsas, de las mujeres maltratadas, de los niños pobres, de los hombres tristes, de los gatos atropellados y del aceite rancio.

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No sé en que voy a trabajar mañana.

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Me salva estar enamorada.

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