Salamandra revoltosa, los ojos mirando al cielo de de varillas y a la almohada rellena de gusanos. Una vez arriba, otra abajo y a los lados en trayecto de espirales. A mi lado los gruñidos, los manotazos, los ojos de la otra salamandra brillan violentos.
Los zancudos no nos dejan cerrar los ojos.
De repente, la nausea. El cuarto gira y se hace grande, el piso no me sostiene o se pone de cabeza, no sé, no entiendo; chillo, me siento, me acuesto, me levanto, corro al baño, no sé que color tengo por que no existen los colores en este cuarto.
Sueño con regaderas, siempre sueño que me baño a la mitad de la sala o en la cocina (me gusta lavarme el pelo sobre la alfombra)
La noche durò tres noches para no dormir, y treinta segundos para sentir el descanso.
Sigo dando vueltas.
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