miércoles, 18 de noviembre de 2009

 



Y nos perdimos, nomás así en el orgasmo de
sonido de tambor de pieles de ciervo
que oscuro profundo revestía tus palabras
retumbando en los coros de todas las arenas.
Nos durmió el vino a la media noche,
y la lluvia nos despertó en la cara
los ojos escupidos por miles de gotas de agua dulce
y violentos suspiros del agua salada.

Enclavados en arenas asesinas
prófugos enemigos olas de alta marea
o aves de mar
o barcos asustados en tormenta

haciéndonos de nuevo con terrones de tierra llovida
creandonos de tu costilla

y sobre tí, mi vientre sueña poblar al mundo.
mis pechos, tu casa y techo de tus ideas
tu ombligo estanque rezumado de sal
los rios nacidos entre tu piel,
tu vientre callado el horno de mis elementos
aire profunfo calido y humedo de las gemas resplecientes
que salen de tu boca
y perlan mis hombros


me regalaste el profundo miedo a los huracanes

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