La noche del 31 llorè un poco, no, espera, llorè bastante. Me encontrè de frente con la sobrepoblaciòn, y sentì que me robaron algo insustituible. Veràs:
Fui como todos los años a pasar la cena de año nuevo a casa de mi abuela, en Altotonga, y mis papàs invitaron a un chico que, por cierto, piensan que es mi novio, no lo es, pero esa es otra cosa; en fin, llegamos y yo decidí mostrarle unos cachitos de mi infancia y lo llevé a pasear a las calles que solía recorrer cuando era niña;las casas de mis amigos, las esquinas en las que jugaba, y las tiendas donde compraba, fue algo muy divertido, por que al mostrarselas a él, descubrì que eran maravillosas cápsulas de tiempo, en las que nunca se disolvio el olor a costales, a panela, a cierto tufo de aguardiente, y en las que las vigas de madera y las viejas paredes ya un poco carcomidas aùn estàn pintadas del mismo verde acuoso que han tenido desde que mi papà me llevaba a comprar dulces.
Todo parecìa perfecto, iba brincando y relatando historias al hilo, cuando me detuve a mostrarle mi vieja casa, y me costò encontrarla.
Ahì seguìa, pero definitivamente, ya no era. La casa hermosa que tenìa en mi recuerdo, se convirtiò en una mole en la que seguramente vivian màs de tres familias atiborradas, y ademàs, vendìan antojitos.
No sabes como llorè al darme cuenta de eso.
Ya nadie sembrarìa zanahorias, por que no existìa màs la tierra en la que crecìan; cortaron las bugambilias, tapiaron el jardìn, eliminaron las escaleras en las que aprendi a dar verdaderos saltos, y nadie verà entrar el Sol por la ventana de la sala..por que ya no existe! como tampoco existen los cuartos desocupados de la azotea que servìan como verdaderos castillos..o mazmorras, o estaciones de tren..o cualquier cosa...ahora solo son cuartos oscuros y sin ventilaciòn. Ni siquiera quise averiguar que le pasò al patio de atràs, que era un jardìn interminable en el que crecian àrboles desordenados, mafafas prehistoricas, y pasaba un arroyo en el límite con el siguiente terreno. Era un jardìn increible en el que recuerdo incluso, que alguna vez nevò y bajamos todos cubiertos de ropa de lana que picaba, a jugar con mi perro recièn llegado....
Y caminè, tratando de encontrar por lo menos los lugares en los que me escondìa cuando salia de la casa a escondidas, los cerros cercanos que estaban a solo brincar unas casas...y esos campos, esos caminos estàn cubiertos de casas apiladas y mal hechas. Todo està lleno de gente! todo!!
Tenìa todos esos tesoros, y ya nada de eso existe.
Estàn en mi cabeza, lo sè...pero ya nadie podrà disfrutarlos.
Todo està contaminado.
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