miércoles, 5 de marzo de 2008

 

Así, estamos completamente solos, y somos una sola cosa todos nosotros, los solitarios, los incompletos, los eternos viajeros, y así, en calles nos encontramos y nos reconocemos, nos descubrimos como parte de un mismo cuerpo sin destino, y al mismo tiempo, como enemigos insondables que jamás podrán reconciliarse.

Andamos por la vida en busca de lo mismo, de esa misma energía que no comprendemos, que no podemos tomar en nuestras manos, buscamos al amigo y repelemos al humano, lanzamos dentelladas para delimitar el espacio tan preciado, ese círculo sagrado que es el aire alrededor de nuestros cuerpos, y que solo puede compartirse sin riesgo con amantes eventuales, a los que no podemos abrir el corazón para no quedar desnudos, desgarrados, expuestos a la pérdida, expuestos al impensable peligro de dejar de vagar desamparados...

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